¿Qué es la consultoría filosófica?

La consultoría pareciera ser una disciplina «novedosa» pero no hace más que resignificar el accionar filosófico desde sus orígenes griegos.

¿De qué se trata la consultoría filosófica? Por su propia impronta filosófica encontrar una definición acabada de la misma se hace un tanto difuso ya que existen tantas visiones como pensadores que se dedican a esto. No obstante, podemos delimitar la disciplina como aquella práctica que busca, desde la acción reflexiva, resolver diversas problemáticas. La consultoría, orientación, counselling o asesoramiento (según como se le quiera llamar) se ve a sí misma como una heredera directa del método socrático y una recuperadora de la filosofía griega como arte de vivir.

Así pues, estamos inmersos en una filosofía práctica que tiene diversas variables, aunque haremos hincapié en la faceta más dialogada entre dos individuos: el filósofo consultor y el “consultante”. La lógica de base en esta relación es la siguiente: un sujeto tiene un problema, se acerca al consejero y juntos comienzan a dialogar de manera tal de ampliar la perspectiva sobre este conflicto.

En realidad, el rol del filósofo es más bien otorgar las herramientas necesarias a su interlocutor para que este pueda por sí mismo alcanzar tal ampliación a través de la pregunta que lo lleve a tomar otras perspectivas y tomar una visión un tanto más objetiva acerca de lo que le acontece.

Es en este punto en donde la consultoría pueda llegar a confundirse con la psicoterapia o el psicoanálisis; al fin y al cabo se trata de una persona que acude con un problema, consulta a un especialista y ambos buscan resolver mediante el diálogo y la reflexión. Sin embargo, quizás la diferencia radica en el origen mismo: para la consultoría no hay “enfermedades” que curar, no hay un concepto de “normalidad” al cual arribar, hay circunstancias, interpretaciones y cuestiones para deconstruir.

Un poco de historia:

Pretender rastrear los orígenes de la consultoría filosófica puede ser algo impreciso, sobre todo si tenemos en cuenta que tal disciplina se ve a sí misma como heredera directa de la filosofía antigua, encontrando en Antifonte de Ramnunte y en Sócrates su punto de partida. La expresión “una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida” puede catalogarse como el lema central de la consultoría que, a su vez, se apropia del método del maestro de Platón para aplicarlo constantemente. Claro está que en Grecia y el mundo antiguo hubo otras escuelas que hacían de la filosofía una práctica para la vida, como los epicúreos, los cínicos, los estoicos e incluso los neoplatónicos.

Sin embargo, como disciplina particular que rompe en determinada forma con el academicismo y que se postula como una recuperación de aquellos valores, debemos marcar a la consultoría como una hija directa de la filosofía contemporánea que, en tiempos históricos, recién está comenzando a dar sus primeros pasos.

Los primeros trabajos sobre orientación filosófica tal cual la entendemos los podemos encontrar a finales de la década del ’60 en Holanda con John van Veen. En estos gérmenes también podemos incluir a los estadounidenses Sharkey y Koestembaum, como así también al ingeniero Hersh quien escribió uno de los primeros artículos donde se hablaba de “filósofo consejero”. No obstante ello, el origen “oficial” se da en Alemania en 1981 de la mano de Gerd Achenbach y la apertura de “la primera consulta de filosofía reconocida” (Barrientos, 2005, p 20). Achenbach funda a su vez la Asociación Alemana para la Práctica Filosófica llevando adelante así no sólo una fase teórica (con la publicación de trabajos y la formación de nuevos orientadores) sino además una fase de índole práctica, solventada más que nada sobre el ejercicio y el desarrollo de la consulta filosófica.

Con este autor alemán se dio inicio a su rápida difusión con la llegada de sus textos a Holanda, Israel, Canadá, Estados Unidos, Francia, España, África y Argentina entre otros países. De esta manera, han surgido diversos referentes del campo que, por la heterogeneidad de esta rama, no comparten una visión hegemónica al respecto.

Además de Achenbach encontramos a Lou Marinoff (uno de los orientadores de mayor fama mundial gracias a su libro Más Platón y menos Prozac), Schlomit Schuster, Peter Raabe, Ran Lahav, Lydia Amir, Oscar Brenifier, entre otros. Ahora bien, a pesar de sus continuas interacciones en congresos y revistas, de la fundación por parte de cada uno de diversas asociaciones, no se comparte una definición única acerca de qué es la consultoría, la consejería, la orientación o el counselling ya que, como se ve, ni siquiera hay un nombre que la defina globalmente. Incluso, en esta relación bipartita entre consultante y consultor también existen diversos nombres. Están quienes hablan de “cliente”, de “paciente”, de “consultante” o también los que llegan a hablar de “amigo” como hace Schuster quien en todo momento reivindica la figura de la amistad para llevar adelante la orientación.

De esta manera, podemos concluir que la consultoría, asesoramiento u orientación filosófica es una disciplina no cerrada, cuyas pautas mínimas dialógicas serán propuestas por quien lleve adelante la práctica a partir de la palabra del consultante: se aplica filosofía porque, más allá de la amplitud de criterios, el material a partir del cual se inicia el diálogo es siempre el que propone la persona mediante su decir.

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